LA CULTURA DEL DESPRECIO



Es sabido que desde hace décadas las políticas culturales de Córdoba no son representativas del caudal de producción artística local, pero mucho menos esas vagas políticas y sus dirigentes han podido dar cuenta de la enorme responsabilidad que tienen al asumir la dirección cultural de una institución, de una ciudad y de una provincia. No hay para estas personas ninguna instancia pública, legislativa, ni ética que exija dar explicaciones al campo con el que interactúan, o para ser más precisas, al campo al que someten. Y no se trata de una seguidilla casual de sucesos desafortunados, la historia reciente habla por sí sola de un plan sistemático de desprecio a lxs agentes de la cultura basado en el desdén y el autoritarismo.

Aunque el escenario de la crisis cultural es total, aquí hemos de pronunciarnos específicamente por el sector de las artes visuales a propósito de la sorpresiva e inescrupulosa cancelación de la Feria Mercado de Arte, prevista para desarrollarse en los primeros días de noviembre y organizada por la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Córdoba, a cargo de Mariano Almada, este año en coordinación con la Agencia Córdoba Cultura. Feria anual que cumplía su décima edición y que, aún con las diferencias que una política pública puede generar (no estamos por fuera de dichas diferencias), se convirtió en un espacio estratégico para las artes visuales no sólo de Córdoba sino de la región. Cada año la feria representó el único plan que la gestión pública cultural municipal ofrecía al sector compuesto tanto por artistas como por galeristas, gestorxs, coleccionistas, curadorxs, montajistas, marquerxs, electricistas, fleterxs y todas las prácticas afectadas a la dinámica que hace posible cualquier feria, y por supuesto, a lxs ciudadanxs que la visitaban cada año. La cancelación implica la interrupción laboral de cientos de trabajos culturales de personas de Córdoba y de otras provincias del país. Ni hablar del atropello a quienes ya llevan nueve meses trabajando para esta edición (sin cobrar, por cierto) y a todas las instituciones involucradas.

El desprecio que denunciamos es doble. Además de ser un implacable golpe económico al sector, en medio de una grave crisis nacional, con la cancelación se ha querido poner en duda la importancia de esta cita cultural. Si la feria no es la mejor de las políticas para uds, entonces creen otras, esa es su responsabilidad. Pero no hay otras. Hace años los museos no tienen presupuestos para generar programaciones solventes, no hay financiamiento para la producción de obras, ni becas de formación, ni investigación, ni apoyo a los espacios autogestionados, ni planeamiento en la gestión de los patrimonios públicos, ni que hablar de la profesionalización de lxs funcionarios culturales. No hay un plan porque no hay una visión, porque el desinterés en las artes es total. Y saben qué, ¡no pasa nada! ¡Sale gratis! Nadie nunca responde por las crisis culturales de la segunda provincia más poblada del país. Nadie nunca se siente en la obligación, ni técnica, ni moral, ni política, de rendir cuentas por el impacto de sus decisiones o la falta de ellas. Se ha perdido toda señal de diálogo, de empatía, e incluso de honradez. La voluntad de diálogo y de acción por parte del medio artístico siempre estuvo, demasiado pacientes fuimos.

En esta ocasión, nosotras no formamos parte de la organización de la feria ni participamos de la gestión de sus áreas. Si nos pronunciamos públicamente es desde nuestra implicación en la escena, y porque estos hechos sí afectan política, afectiva y laboralmente a muchxs colegas con quienes nos une el respeto personal e institucional y porque lo que afecta a nuestrxs colegas y a nuestro medio, nos atañe a nosotras. Hablamos más allá de nuestras redes sociales asumiendo la responsabilidad de hacerlo. Hablamos también porque es el modo que encontramos de llamar a todxs, a la comunidad de las artes visuales de esta ciudad a tomar la palabra ¿De qué otra forma empezar? Dejemos de ser cómplices.

No osamos hacerle justicia a un pasado histórico de hazañas culturales, tampoco de gestas solitarias se trata, en cambio, nos resulta urgente recordar que para cualquier comunidad es vital poder crear nuevos imaginarios más sensibles para diversificar las formas de vida ¡asuntos de los que el arte se ocupa! La cultura oficial de Córdoba agoniza y el suceso que nos convoca es la última demostración de poder en medio de este vendaval de impericia y crueldad. Este desierto es de uds señores. 

Carla Barbero y Emilia Casiva